lunes, 9 de marzo de 2020

A PRÓPOSITO DE LAS NUEVAS PLATAFORMAS DIGITALES

 
Esteve Riambau autodenominado investigador de cine y director de la Filmoteca de Cataluña (otro que vive del dinero público) firma un artículo este mes en la revista Fotogramas titulado "Butacas, Discos y Plataformas" sobre el cine actual y las plataformas tipo Neflix. El artículo ya empieza con la dignidad de un juntaletras "El cine, como la energía, no nace ni muere, se transforma" y se queda tan ancho. O sea, que el cine no nació en el siglo XIX, sino más bien con el Universo y parece eterno. O como Dios. El dinero público vaya a parar a los bolsillos de personajes así es triste, lamentable. En el segundo párrafo del artículo inicia otra de sus reflexiones dignas de la masa borrega sin pensamiento propio "La evolución técnica y, sobre todo, el marketing son imparables y hay que adaptarse" así que ya sabéis señoras y señores, toca agachar la cabeza y tragarnos todo lo que nos vendan Netflix y Disney+ porque hay que adaptarse a los nuevos tiempos. Esteve también dice que las plataformas digitales son eficaces para luchar contra la piratería, se ve que el hombre no se ha dado un paseo por los miles de foros que siguen ofreciendo descargas de estrenos a un par de clicks. Por supuesto el artículo acaba de forma neutral, sin querer molestar a nadie jurando que las salas de cine son aún el principal foco del espectáculo cinematográfico (yo hace años que no voy a una sala de cine, entre otras cosas porque las salas de cine son un circo donde lo que menos importa es ver la película de turno) y que no han sido derrotadas por el consumismo individualista y solitario a través del teléfono móvil. ¿Acaso no era ya individualista y solitario el VHS? ¿No hemos tenido siempre las dos opciones? Por un lado el cine y por otra la pantalla del televisor o el televisor portátil. Ahora parece revolucionario que sea la pantalla de un teléfono móvil, pero lo único revolucionario fue la llegada de internet de forma masiva hace 20 años (masificando, entre otras cosas, la pornografía infantil). Esteve también habla de los anuncios de la muerte del cine, como los de 1995 en pleno centenario del invento (aunque el autor haya dicho que el cine no nació) pero que el cine sigue vivo. Yo creo que no, sobre todo cuando hablamos de calidad (algo de lo que se habla poco, se habla de cifras, de éxito, de suscriptores pero no de la calidad) porque desde 1995 hasta ahora la calidad media, y solo hablo del cine comercial, ha dado un bajón considerable. Ya quisiéramos en cartel en 2020 las pelis que se estrenaron en 1995. Pero eso no tiene importancia para Esteve otros que viven de que el cine siga vivo. Para esta gente solo importa que la gente vaya al cine y los números. Ni una palabra sobre si la nueva situación le parece inquietante o anómala. La acepta como la oveja acepta el ruido del cencerro que tiene que seguir para no alejarse del rebaño. Según Esteve las salas de cine son geniales y son felices y las plataformas digitales lo mismo. Todo es maravilloso y los unicornios existen. No hay ningún problema bajo el Sol. La actual situación es maravillosa y llena de posibilidades. Es la opinión esperada de un funcionario que come gracias al dinero público. Normal.

Esteve frente a lo que le da de comer (y en lo que gastan los dineros públicos)

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