lunes, 24 de febrero de 2020

HEREDITARY (2018): LA NIÑA MÁS FEA DEL MUNDO

 
No me gusta ver películas cuando se ponen de moda o cuando todo el mundo dice que es una obra maestra o cuando le dan muchos Oscars, etc...las películas de moda son para las masas cinefilas borregas. Ahora que ha pasado el ruido mediático y fanático era hora de echar un vistazo a Hereditary y ver si era para tanto o como casi siempre no era más que un producto con esteroides hype. Porque claro, cuando ves al director y guionista Ari Aster con sus gafas de pasta y soltando pedanterías uno se teme lo peor, y sí, es tan decepcionante como uno esperaba.




Que a estas alturas se sigan haciendo películas de terror donde la culpa de todo es por hacer una sesión espiritista e invocar a los muertos...pues como que no es muy original ¿no?  Si a eso añadimos a Toni Collette trepando por el techo, gente levitando, niñas poseidas y demonios del infierno resucitando en cuerpos humanos....joder, pues que está ya todo muy visto! Un poco de originalidad, por Dios (o por Satán)

Cierto que cuando salen películas como Hereditary o It Follows lo que importa no es el argumento, que suele ser una tontería muy grande, sino la estética, el ambiente, lo pretencioso del asunto, lo que hará correr ríos de tinta entre intelectuales con gafas de pasta como el director Ari Aster. Y es que desde El Exorcista ha sido casi imposible ver pelis realmente terroríficas, originales, frescas o simplemente profundas. Lo que abundan son, claro, las modas, la pose y la tonería en estado puro.



 Por supuesto no faltan las escenas calcadas de El Exorcista

 

Que Ari Aster diga que con el film quiere hacer un retrato del sufrimiento, algo así como un megadrama sobre el dolor humano y luego lo llene todo de sesiones espiritistas, mujeres poseídas que vuelan, sombras que no son sombras y demonios resucitados...pues claro, no cuela. Una peli de terror sobre el dolor era Al Final de la Escalera, y una con mensaje feminista era El Ente, ambas pelis que daban miedo, pero en Hereditary lo único que da miedo es lo feas que son Toni Collette y Milly Shapiro.

Tras mi última maldad, para algo hablamos de cine de terror, monstruos y demonios del Averno, lo que tenemos aquí es un film barato, rodado en un mes y con ese aire del cine indie que tan de moda lleva en el cine de terror de este siglo. Cine indie que no serie B que ya es otra cosa. Aquí se intenta hacer una obra a lo Kubrick pero sin el presupuesto y el talento de Kubrick, por eso los resultados acaban siendo no ridículos sino absurdos. Es decir, después de una hora de drama familiar llega la retahíla de fantasmas, demonios y gente levitando por los aires, planos y escenas que recuerdan a los films de moda (It Follows sin ir más lejos o los films de James Wan) mezclado con la evidente influencia del cine japonés de terror tan demoda a finales del siglo pasado y principios de este con el que Ari Aster y su generación ha crecido.





No perdamos más el tiempo, Hereditary es una mierda, pero además una mierda que ni siquiera prpopone algo nuevo. Es una mierda del montón que por alguna razón que escapa a la lógica humana y al buen gusto se ha convertido en fenómeno mediático y en éxito inesperado. Claro que la culpa de todo esto es de Sundance.

Epílogo: la niña fea del film, Milly Shapiro (o sea, la decapitada Charlie, otra escena absurda del film), es compañera de generación de otra estupenda actriz infantil ya crecidita como Oona Laurence (juntas interpretaron el musical de Matilda en los escenarios de Broadway). Es una pena que la chica, tan fea, al no ser una Scarlett Johansson no tenga futuro en el cine. Eso es del todo injusto, por mucho que su cara parezca la del Engendro del Diablo no por ello debemos subestimar su talento. Ahí está la propia Toni Collete o Tilda Swinton que son igual de feas pero han hecho carrera. Eso sí, Hereditary cuenta con unos de los castings menos atractivos (físicamente) de todos los tiempos. Y si hablamos de cine USA, donde el glamour y la guapura cuenta tanto, también es un factor a tener en cuenta a la hora de disfrutar poco o nada con el film (con Scarlett Johansson no me hubiera aburrido tanto, seguro)

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